De la antigüedad a la modernidad
El concepto de salud que tenemos hoy en día ha cambiado a través del tiempo, al igual que las culturas que han intentado definirlo dentro de unas condiciones específicas. Por ejemplo, en le periodo histórico en el que la esclavitud era reconocida legalmente en algunos territorios, la salud era un concepto aplicable antes a los animales domésticos que a las personas esclavas.
Actualmente, existen determinados servicios sanitarios restringidos al estatus económico. En el estado español existen servicios públicos que cubren parte de las demandas de la población, pero siguen siendo insuficientes para el crecimiento de habitantes por kilómetro cuadrado.
La diferencia principal entre el pasado y la actualidad, además de matices históricos, se centra en las comodidades con las cuales contamos. Tenemos derechos y obligaciones, pero también tenemos tiempo para pensar en ellas.
Cuando nuestras necesidades primarias como animales están cubiertas, desde la alimentación al refugio, podemos enfocarnos en cubrir otras, como la seguridad financiera o el bienestar sobre nuestra propia salud.
La salud ha evolucionado desde una visión espiritual en la antigüedad hasta un enfoque integral y multidimensional en la actualidad.
Esta relación bidireccional entre la salud mental y física ha existido desde épocas remotas. Sin embargo, su expresión ha sido diferente en cuanto a la importancia hacia la mente y a la estructura biológica que la soporta.
¿Qué es el bienestar?
El bienestar no sólo comprende sobrevivir como en el pasado, sino en la calidad de nuestra propia vida, en algunos contextos el bienestar puede centrarse en objetivos concretos que acaban en algún momento ya que no se mantiene siempre el mismo rol. Desde comprar una casa, el matrimonio, los hijos o trabajar en una empresa específica, entre otros.
Cuando sufres alguna enfermedad quieres curarte, y cuando te has curado puedes poner el foco en otra insatisfacción personal que haya pasado a un segundo plano después de la enfermedad. Después de la tormenta llega la calma, o eso dicen, pero lo cierto es que los organismos biológicos estamos diseñados para adaptarnos a las circunstancias.
En el caso de los humanos, nuestro cuerpo no está adaptado a trabajar o estudiar 14 o 16 horas seguidas, pero en momentos concretos nos permitimos hacerlo porque existen recursos en segundo plano para situaciones de emergencia. En el pasado, estos recursos fueron moldeados por depredadores y situaciones adversas, incluso a nivel climatológico, para dar una serie de respuestas: lucha, huida y congelación.
Las respuestas de congelación o inmovilización son frecuentes en personas que han experimentado heridas emocionales. Estas pueden llevar a un estado de disociación o "congelamiento", afectando negativamente la salud mental y dificultando la recuperación de las experiencias vividas.
En este sentido, la teoría polivagal de Porges resalta la importancia del sistema nervioso autónomo para regular el comportamiento social, emocional y fisiológico. Destaca el papel del nervio vago en la respuesta al estrés y la regulación emocional, y cómo estas respuestas afectan la salud física y mental.
La activación constante del sistema nervioso simpático debido a un estrés crónico puede favorecer el desarrollo de problemas de salud como hipertensión, enfermedades cardíacas y trastornos metabólicos debido al aumento sostenido de hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina.
De hecho, la activación de la rama ventral del nervio vago está asociada con la regulación del sistema inmunológico, promoviendo la resistencia a infecciones y reduciendo la inflamación crónica.
La rama ventral del nervio vago también regula funciones digestivas. Un sistema vagal saludable favorece una digestión eficiente y la absorción de nutrientes, mientras que el estrés crónico puede causar problemas digestivos como el síndrome del intestino irritable.
El impacto en la salud mental influye en la propia regulación emocional. Un tono vagal ventral fuerte facilita la regulación emocional, facilitando respuestas adecuadas al estrés y mantener un estado de calma. Siendo relevante en la regulación de la tristeza o la ansiedad.
La teoría polivagal enfatiza la importancia de la conexión social para la salud mental. Las interacciones sociales positivas activan la rama ventral del nervio vago, promoviendo sentimientos de seguridad y bienestar.
Desde esta teoría el bienestar estaría regulado mediante las respuestas de seguridad para relacionarnos de manera saludable con otras personas. Manteniendo un equilibrio entre nuestras respuestas y el ambiente al que debemos adaptarnos.
El equilibrio entre bienestar y salud no sólo implica conseguir objetivos y cubrir necesidades, sino que también importa el cómo se hacen y quién te acompaña en ese camino. Las necesidades humanas son diversas, desde las básicas hasta las más avanzadas como la autorrealización y el sentido de propósito.
La satisfacción de estas necesidades es crucial para el bienestar integral y el desarrollo personal, pese a que diferentes teorías y enfoques proporcionan perspectivas variadas reconocen la importancia de atender estas necesidades para lograr una vida plena y satisfactoria.
Equilibrio es la palabra que conceptualiza aquello que realmente implica el bienestar, a pesar de que la salud mental y física sean el resultado de ese equilibrio existen algunos factores para disfrutar de nuestro propio autocuidado.
Consejos para el autocuidado
La mejora de la salud física y mental requiere un enfoque integral que aborde diversos aspectos del estilo de vida y en el abordaje espontáneo de situaciones cotidianas. Al incorporar estas estrategias en la vida diaria, es posible promover un estado de salud más equilibrado y sostenible, mejorando la calidad de vida en general.
Cada persona es única, por lo que es importante personalizar estas recomendaciones según las necesidades individuales y buscar apoyo profesional cuando sea necesario. Mejorar la salud física y mental es un objetivo integral que requiere un enfoque multifacético, abarcando hábitos de vida saludables, manejo del estrés, conexiones sociales y cuidados médicos.
Algunas estrategias para mejorar nuestro autocuidado incluyen la salud física:
Alimentación saludable: Consumir una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, proteínas magras, granos enteros y grasas saludables. Limitando el consumo de alimentos procesados, azúcares añadidos y grasas saturadas.
Ejercicio regular: Realizar actividad física cada semana, combinando ejercicios cardiovasculares, de fuerza y de flexibilidad. Incorporando actividades como caminar, subir escaleras o la jardinería.
Hidratación: Beber suficiente agua a lo largo del día, generalmente unos 8 vasos (2 litros) como punto de referencia, ajustando según necesidades individuales y nivel de actividad.
Sueño de calidad: Dormir entre 7 y 9 horas por noche, manteniendo una rutina de sueño regular y creando un ambiente propicio para el descanso
Visitar al médico de forma regular: Realizar visitas regulares al médico para valoraciones preventivas y detección temprana de enfermedades. Mantenerse al día con las vacunas y exámenes de salud recomendados.
La actividad física regular no solo mejora la salud física, sino que también tiene beneficios significativos para la salud mental, como la reducción del estrés, la ansiedad y la depresión.
En cuanto a las estrategias de autocuidado de la salud mental podemos incluir las siguientes:
Manejo del estrés: Practicar técnicas de relajación como la meditación, la respiración profunda, el yoga o el mindfulness. Establecer un equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida personal, evitando la sobrecarga de actividades.
Relaciones sociales: Fomentar relaciones saludables y de apoyo con amigos, familiares y la comunidad. Participar en actividades sociales, asociaciones o grupos de interés.
Psicoterapia y apoyo emocional: Buscar ayuda de profesionales de la salud mental cuando sea necesario. Participar en grupos de apoyo o terapia grupal para compartir experiencias y recibir ayuda.
Establecimiento de metas y propósito: Objetivos personales y profesionales realistas y alcanzables. Buscar actividades que proporcionen un sentido de propósito y significado, como voluntariado o pasatiempos.
Ocio: Dedicar tiempo a actividades de disfrute y relajación, como leer, escuchar música, o pasar tiempo en la naturaleza. Practicar el autocuidado físico, como masajes, baños relajantes o cuidar de la apariencia personal.
La atención plena puede mejorar nuestra salud promoviendo la conciencia y la aceptación del momento presente, reduciendo el estrés y mejorando la función inmunológica.
No obstante, nuestro contexto también condiciona el bienestar ya que unas condiciones socioeconómicas desfavorables predisponen tanto de problemas de salud mental como física debido a factores como el estrés financiero, la falta de acceso a atención médica adecuada, y el entorno de vida inseguro.
El abuso de sustancias, la mala alimentación y la falta de ejercicio son factores que afectan negativamente tanto la salud mental como física. Por ejemplo, el consumo excesivo de alcohol puede llevar a problemas hepáticos y también a trastornos del ánimo.
La salud mental y la salud física están profundamente interconectadas. La promoción de una buena salud mental puede contribuir a una mejor salud física y viceversa. Un enfoque integral que aborde ambos aspectos es el más efectivo para mejorar el bienestar general y la calidad de vida, pero a veces es adaptativo estar mal cuando las circunstancias son desfavorables.
En este aspecto podemos crear condiciones favorables a lo que necesitamos, pero tomar ese camino a veces implica cambiar el rumbo preestablecido, arriesgarse, caer y empezar desde cero en más de una ocasión para definir tus propios pasos.
Si sientes que es tu momento para comenzar a caminar, recuerda que en Proyecto Kintsugi estamos para acompañarte en esta aventura, de la mano de nuestro equipo de profesionales.
María Gálvez
Psicóloga general sanitaria
Коментарі