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Salud mental para toda la vida




Introducción

Cada etapa de la vida tiene sus propios desafíos y oportunidades, mientras en nuestra infancia tenemos una página en blanco por escribir, a medida que crecemos cada vez hay más páginas cubiertas por nuestras experiencias.

En la adolescencia trabajas por tu autonomía, tu libertad de decisión y por hacerte un hueco entre tus semejantes. En la adultez, todo ese tiempo invertido en el aspecto social se limita en gran medida por el trabajo, los estudios o ambos. En la vejez se recogen los frutos sembrados en etapas previas. Sin embargo, todas las etapas de nuestros capítulos personales están abiertas continuamente a los cambios que ocurren a nuestro alrededor y dentro de nuestra propia persona.

La salud mental es un aspecto crucial en todas las etapas, ya que afecta el bienestar general y la calidad de vida. Necesitamos desarrollar estrategias adaptadas a las situaciones correspondientes de cada etapa de la vida. Es fundamental adoptar medidas de apoyo y cuidado según las necesidades específicas en cada momento. Es crucial fomentar el bienestar emocional, la resiliencia y la capacidad individual para enfrentar las adversidades y disfrutar de una vida plena y significativa.

A continuación, describimos algunas características y estrategias recomendadas para trabajar la salud mental en las diferentes etapas del ciclo vital.

 

Etapas de la vida

En teoría, la infancia, adultez y vejez enfrentan desafíos diferentes, pero la realidad no siempre se ajusta a este patrón. A veces, ocurren eventos atemporales en etapas que no corresponden, generando un impacto significativo, especialmente cuando se adelantan a lo que correspondería por edad cronológica.

Desde la niñez o adolescencia, algunas personas se ven obligadas a comportarse como mayores para cuidar de personas a su alrededor, mientras que otras experimentan la conocida «segunda infancia».

Infancia

Durante la infancia, el cerebro se desarrolla más rápidamente debido a la necesidad de aprender, desde el inicio, lo que una criatura necesita para sobrevivir en nuestra jungla de hormigón y acero. El ambiente personal moldea la personalidad desde temprana edad, ya que en esta etapa, más que en ninguna otra, se depende de un entorno seguro y estable.

Si nos preguntamos qué necesita una persona en su infancia, no es muy diferente de lo que necesitan jóvenes o mayores: amor, estabilidad y un entorno seguro.

Estos ingredientes en la niñez requieren proveer una base segura para que sentir cuidado y amor, creando un ambiente seguro y cariñoso en el que estén cubiertas tanto sus necesidades fisiológicas como emocionales. Un lugar en el que pueden expresarse, cometer errores, explorar con libertad y aprender que tanto pueden colaborar consigo y con su entorno para resolver algunos problemas.

El juego y la actividad física son fundamentales para el desarrollo emocional, cognitivo y social, creando un entorno de aprendizaje y crecimiento tanto individual como colectivo. Las rutinas y una estructura definida brindan seguridad, ayudando a comprender y anticipar eventos, además de enseñarles a reconocer y expresar sus emociones de manera saludable.

El modelo principal para el aprendizaje de comportamientos saludables lo proporcionan las personas adultas del entorno: desde el manejo del estrés hasta el autocuidado básico de las necesidades fisiológicas. Es crucial aprender a discernir qué y quién es importante o urgente en diversas situaciones, equilibrando la capacidad de compartir y la de priorizarse.

Adolescencia

Lo que necesitamos en la infancia no difiere mucho de lo requerido en la adolescencia. Durante esta etapa, el cerebro continúa desarrollándose, buscando una identidad propia a través de una mayor independencia y exploración. Estos cambios se reflejan en el aspecto físico, las hormonas y en la relación con otras personas y consigo.

Una comunicación abierta y honesta puede fomentar un entorno donde sientan seguridad y comodidad para expresarse, escucharles y comprenderles. Especialmente cuando se enfrentarán a decisiones personales y profesionales que pueden necesitar un apoyo adicional. Ayudarles a tomar decisiones saludables y a comprender las consecuencias de sus acciones es relevante cuando consideramos que una gran parte de problemas de salud mental que condicionan las etapas posteriores se diagnostican en la adolescencia.

Negar la existencia de etiquetas fuera y dentro del ámbito clínico sería un error, aunque es necesario tener especial cautela debido al estigma que conllevan en algunos entornos.

Por esta razón, en esta etapa es crucial proporcionar información sobre la importancia de la salud mental y cómo buscar ayuda como paso para la prevención. Existen desafíos concretos durante la adolescencia:

  • Estrés y ansiedad debido a cambios hormonales, académicos, sociales y familiares.

  • Prevalencia de problemas de autoestima debido a comparaciones con pares y cambios físicos.

  • Conductas de riesgo a causa de la experimentación con sustancias, conductas sexuales y comportamientos desafiantes.

  • Conflictos familiares por la búsqueda de independencia con figuras parentales y otras personas adultas.

El autoconocimiento, que implica reconocer debilidades y fortalezas, es fundamental para fortalecer la autoestima en la adolescencia, un período en el que la imagen proyectada hacia los demás es crucial. Este proceso requiere valentía para explorar nuevas actividades, descubrir intereses propios y aceptar la vulnerabilidad que conlleva exponerse a errores. Es importante entender que el autoconocimiento no es un camino lineal, sino un viaje de descubrimiento personal que contribuye a una imagen más completa y auténtica.

Adultez

En la edad adulta, se debe lidiar con aquello que no se hizo en determinados momentos del pasado, pero realmente se quería hacer, debido a miedos, inseguridades o juicio social. Además de reevaluar las experiencias, este pasado ayuda a buscar un equilibrio entre las responsabilidades laborales, familiares y personales. Esta búsqueda de equilibrio entre la vida personal y profesional está condicionada por un potencial estrés financiero y social.

Las obligaciones de la edad adulta hacen más necesario que nunca saber gestionar el estrés mediante el autocuidado, desde la práctica de ejercicio regular hasta una dieta estable. Incluso la meditación y el tiempo de calidad con seres queridos y con uno mismo son importantes.

Establecer metas realistas, fijando objetivos alcanzables y celebrando los pequeños logros cuando sea oportuno, también es relevante para encontrar este equilibrio. El tiempo de calidad en soledad requiere cuidarse igual que se cuida a las demás personas, asegurando tiempo para actividades de ocio y autocuidado.

Mantener relaciones saludables con amistades y familiares para apoyo emocional, contando con una red de apoyo, es esencial para que desarrollemos una buena relación con nuestra propia persona. Muchas veces recurrimos a hacer equilibrios de funambulista para hallar esta estabilidad saludable entre las responsabilidades laborales y el tiempo personal.

Tercera edad

Cada etapa requiere un tiempo diferente para las rutinas, además de otras preocupaciones, en este caso usualmente asociadas a posibles problemas de salud física, la jubilación o la pérdida de seres queridos.

En cualquier momento, los seres humanos estamos expuestos a la enfermedad y la muerte, como el resto de los animales. Hemos creado estructuras artificiales que pueden prolongar la vida, evitar peligros innecesarios o aumentar el poder de decisión, en el caso por ejemplo de la muerte asistida o los tratamientos paliativos.

El miedo al envejecimiento y la muerte es comprensible, conociendo estos procesos como el fin de la vida o el comienzo de un sufrimiento prolongado en el caso de algunas enfermedades crónicas.

Las personas mayores pueden estar más expuestas al sufrimiento ante los cambios en el rol social una vez que acaba su etapa productiva a nivel laboral. Después de toda una vida invertida en estudiar y/o desempeñar una profesión, llega un momento en el que es necesario despedirse de esa vida.

Algunas profesiones, debido al trabajo que realizan, pueden prolongar esta decisión, pero entonces pueden enfrentarse al estigma de lo que es adecuado, jubilarse para dejar paso a la juventud que espera el relevo generacional, entre otras cosas.

Cuando se habla de dejar paso a lo nuevo, no se puede olvidar que no siempre las personas mayores deben enfrentarse a pérdidas personales y laborales, ya que puede suponer la oportunidad que han esperado durante tanto tiempo para dedicarlo a sus pasiones, a sus seres queridos o a descubrir nuevos lugares, entre otras cosas.

Es innegable que con el paso del tiempo el círculo social cambia, pero la diferencia en la vejez es que el paso del tiempo hace estragos en la salud de quienes rodean. Esto implica la pérdida de seres queridos y el desafío que requiere adaptarse a los mismos cambios de vida. Algunos agentes protectores se centran en las conexiones sociales, debido a que mantener relaciones sociales activas puede prevenir el aislamiento y la soledad.

Un equilibrio entre la actividad física y mental participando en ejercicios adecuados y actividades estimulantes, desde asociaciones o entidades que promuevan estos valores hasta aquellas que posean una ideología de vida similar a la de la persona mayor. Desde la participación comunitaria hasta involucrarse en actividades comunitarias y voluntariado.

Fomentar una actitud positiva hacia los cambios inevitables en la vida como método de adaptación positiva a los cambios va a requerir en algunas ocasiones mantener rutinas, pero flexibilizar los hábitos cuando sea necesario para salir con frecuencia de la zona de confort.


Consejos de salud mental 

Trabajar la salud mental en diferentes etapas de la vida requiere enfoques específicos y adaptados a las necesidades y características de cada etapa del ciclo vital. Eventos como la muerte, la enfermedad, los conflictos interpersonales y otros aspectos socioculturales pueden ocurrir en cualquier momento. En cada etapa, el nivel de comprensión y aceptación puede requerir diferentes adaptaciones.

En la niñez, es fundamental crear un ambiente seguro, estable y predecible para el bienestar emocional. Esto implica:

  • Escuchar activamente y fomentar la expresión de sentimientos y pensamientos, adaptando la comunicación a su edad y necesidades.

  • Enseñar a identificar, entender y manejar emociones mediante juegos, libros y actividades, desarrollando así habilidades emocionales.

  • Mantener rutinas diarias que brinden seguridad y una estructura definida, estableciendo límites claros en las relaciones consigo y con los demás.

  • Las personas adultas deben actuar como modelos de comportamiento saludable, demostrando cómo manejar el estrés y las emociones de manera constructiva.

En la adolescencia, es crucial el desarrollo de habilidades para la toma de decisiones y la asunción de responsabilidades. Se recomienda:

  • Fomentar la independencia y la responsabilidad, proporcionando un espacio de comunicación abierta sobre sus preocupaciones.

  • Apoyar la exploración de intereses y relaciones, ofreciendo una supervisión adecuada y equilibrada mientras se respeta su necesidad de independencia.

  • Proporcionar información sobre salud mental y recursos disponibles, considerando la mayor prevalencia de conductas de riesgo en esta etapa.

En la edad adulta, es importante:

  • Aprender a equilibrar la vida personal con las obligaciones laborales o académicas.

  • Gestionar el estrés mediante el cuidado personal físico y mental.

  • Cultivar y mantener relaciones de apoyo, invirtiendo tiempo e interés en las mismas.

Para las personas mayores, la conexión social cobra aún más relevancia para gestionar los cambios que conlleva esta etapa, como:

  • La adaptación a la jubilación.

  • El posible rol de abuelos o abuelas.

  • El proceso de envejecimiento.

  • Los cambios en el círculo social.

La ayuda psicológica puede ser un estigma en determinados sectores de edad, pero el apoyo profesional es aconsejable para manejar problemas de salud mental. En Proyecto Kintsugi ofrecemos la ayuda que necesites en cualquier etapa de tu vida.

 


María Gálvez

Psicóloga general sanitaria

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